El vecino del 4ºC

Si la primera visita al señor Cifuentes, el charcutero fue fructífera, la segunda lo ha sido aún más.
Después de pasar unos días de vacaciones en mi playa favorita, un sitio discreto y tranquilo como Benidorm, lo primero que hice fue visitar a mi charcutero para, entre otras cosas, abastecer mi despensa.
Nada más llegar me preguntó:
-¿Qué tal por Benidorm, señor Cotilla?
-Pero ¿Cómo sabe usted que he estado en Benidorm?
-Muy fácil, tengo varios clientes que veranean allí también, como usted.
Alucinante, me nombró varios clientes con tal lujo de detalles que reconocí a la mayoría de ellos. Unos coincidieron conmigo en el hotel, otros tomaban café donde yo solía hacerlo y un par de ellos plantaban sus sombrillas junto a la mía. Si hasta me supo decir la marca y de mi protector solar y su factor de protección.
Pero hubo algo más, cuando me despachaba la carne que acababa de cortarme, la retuvo sin soltarla unos segundos, miro a un lado y al otro y me dijo:
- No se exactamente lo que pasa, pero tu vecino del 4º C me mosquea un poco, ojito con él.
Y una vez dicho esto soltó el paquete y pasó a atender al siguiente cliente, durante un instante no supe que hacer y me quede como tonto con la carne en la mano, hasta que Cifuentes me dijo.
- Adiós señor Cotilla, muy buenas tardes.
Y con esto guardé el paquete y emprendí el camino de vuelta a casa pensativo.
-El del 4º C, si ya me acuerdo, esta separado y vive con su sobrino huérfano, tuvo que hacerse cargo de él cuando sus padres murieron. Poco después su mujer se marchó de casa porque le pegaba unas palizas terribles, creo que bebe un poco más de la cuenta.
Tendré que echarle un ojito, como me ha aconsejado el charcutero, suele frecuentar el bar de enfrente, más que nada porque no vaya a ser que se haya metido en un lío y altere la feliz convivencia de la comunidad.