jueves, marzo 27, 2008

El ejecutivo y el cangrejo


De un Audi recién aparcado sale un señor con pinta de ejecutivo agresivo, cierra el coche con el mando a distancia y tras dar unos paso se vuelve mientras acciona de nuevo el mando, abre una puerta y arroja dentro del coche un maletín que parece pesarle para el viaje que tiene pensado hacer.

No se da cuenta de donde está hasta que recorridos unos metros detiene sus pasos para mirar mientras se afloja el nudo de la corbata y ve el mar, respira profundamente sin parar de tirar de su corbata hasta que esta, ya sin nudo, cae al suelo.

Reanuda su marcha y cambia de dirección por lo que sale del paseo marítimo donde aparcó y se dirige con decisión directamente hacia la playa como si el mar le llamase, camina alternando pasos firmes con torpes traspiés hasta que decide descalzarse, de esta manera consigue estabilizar su travesía.

Su mirada fija en los azules que le presenta el horizonte es totalmente inexpresiva, como si no supiese exactamente lo que quiere hacer pero, no obstante, estuviese decidido a hacerlo. Mientras se va acercando al agua parece quemarle la ropa que lleva, primero ha desaparecido la camisa, ahora se quita los pantalones sin detenerse, primero una pernera, dos pasos a la pata coja más y ya tiene fuera la otra, los calzoncillos salen volando por encima de su hombro, tras de si ha dejado un reguero de ropa como la que dejaría un amante apasionado cuando va al encuentro de su pareja.

Pero no le espera la tibieza de una amante sino, más bien, una fría lengua de agua que ha venido a recibirlo, puede que por eso no se quite los calcetines, su última prenda, esos calcetines negros de ejecutivo bajo su cuerpo blanco que le dotan de una imagen tan frágil y tan patética.

Pero él no se ve, no ha dejado de mirar hacia donde sabe que debe llegar, esa línea horizontal en la que los dos tonos de azul se unen.

Y sigue caminando, cada vez con más fuera pero más despacio, el agua le ha llegado a la cintura y ni siquiera ha dado un respingo como solemos hacer todos hasta en pleno mes de agosto. Da dos pasos más aun antes de dar un salto, y otro, y otro más, salta a la pata coja mientras intenta cogerse el pie izquierdo. ¿Estará intentando quitarse ahora los calcetines?

No, sigue con los calcetines puestos, ahora sale del agua cojeando y trae algo en la mano agarrándolo con los dedos índice y pulgar.

Una vez recuperado el pudor y los calzoncillos se ha sentado en la arena sobre su camisa y parece hablar con lo que ha sacado del mar, es un cangrejo que ahora está sobre la palma de su mano.

-Perdona macho, pero es que estaba yo tan tranquilo semienterrado en la arena esperando pillar algo de comer entre las idas y venidas de las olas, cuando de pronto me veo venir dos cosas negras hacia mí, tío me has dado un susto de muerte, no he tenido más remedio que usar mis pinzas, ha sido en legítima defensa y no pienso decir nada más si no es en presencia de mi abogado.

-¡Eres un cangrejo, un cangrejo que habla!

-Ya lo sé, ¿Pero y tú? ¿Tú que coño eres? He visto a muchos humanos por esta playa pisoteando mi patio trasero pero nunca había visto a ninguno con los pies negros ¿No estarás enfermo amigo?

-No, no estoy enfermo, solo un poco desesperado ¿Has oído hablar de la burbuja inmobiliaria? ¿No? Que raro, bueno pues a mí me acaba de explotar una en las narices.

-Mira yo las únicas burbujas que conozco son las que van a empezar a salirme de un momento a otro por la boca como no vuelva pronto al mar, encantado de conocerte y vuelve cuando quieras.

-Puede que lo haga, si ves dos cosas negras merodeando por aquí procura no atacarme.

-Pues lo llevas claro, porque ¿Cómo si no pellizcándote puedo avisarte de mi presencia?

-Vale, tu compañía bien vale un pellizco.

Y así se despidieron.

Muchas veces el ejecutivo volvió a esa playa, dicen que era conocido como el bañista de los calcetines negros, unos lo tomaban por loco, otros pensaban que padecía de una enfermedad dermatológica en los pies y que, por pudor, acudía así a tomar sus baños de agua de mar.

Pero nunca nadie volvió a verlo hablar con un cangrejo guasón

4 comentarios:

la-de-marbella dijo...

Lo sabía. Sabía que podías hacer una historia con elementos tan poco imaginativos. Pues le ha quedado muy bien Sr. Chisme, para estar empastillao y no se cuantas cosas mas lo borda. Mas

la-de-marbella dijo...

Ahhh si hubiese sido en Marbella le hubiesemos tomado por un excentrico, hay gente pa´to

Anónimo dijo...

Hace tiempo que no te visitaba, perdón, no te comentaba, era incapaz de discernir la realidad de la ficción, tu ausencia, tu vivir entre dos mundos paralelos como has comentado en algún post me tenía perplejo. Tu cambio de vida, de escritura, me ha mantenido sin saber que comentar, hoy me he decidido aún a sabiendas de que sigo sin conocer ninguno de esos mundos.
Saludos de un ignorante.

Mandarina azul dijo...

Te veo en buena forma...

:)