¡Que lástima de mi!

Me da miedo salir de casa, apenas si piso la calle, solo si es necesario. Ayer, un coche sospechosamente parecido al de un vecino estuvo a punto de atropellarme cuando atravesaba la calle confiadamente por el paso de cebra camino de la frutería, por suerte y gracias a mi instinto de curioso me salvé. Justo cuando empezaba a dar el primer paso sobre el asfalto rayado me volví sobre mis pasos para poder ver con detenimiento lo que llevaba en su carrito de compra una vecina de la que no tengo demasiada información. Pensareis que soy un poco pusilánime, puede que si, pero es que resulta que antesdeayer, cuando regresaba de dar un paseo caminando por acera sin parar de mirar a derecha e izquierda, una maceta se estrello, estrepitosamente por cierto, justo delante de mi.
Medio metro mas y hubiese perdido un pie, otro medio metro mas y me hubiese perdido entero, que lástima de mi.
En las largas noches de insomnio y duermevela a las que me he visto abocado gracias a los "supuestos" intentos de acabar con mi graciosa existencia, me vienen a la mente escenas de lo más extrañas y tenebrosas, mis ojos colgando de su órbita apenas sujetos por su nervio óptico, mi cabeza con el pelo pegajoso y manchado de sangre y materia gris, mis miembros amputados y dispuestos ordenadamente en una vitrina expositora, mi espalda desollada en tiras de dos centrimetos exactos y mis dos testículos flotando alegremente dentro de un frasco de formol.
Ahora vivo sin vivir en mí, como Sª. Teresa, puede que del miedo que tengo hasta levite un poco.