lunes, julio 10, 2006

Cabalgata desde mi ventana




Raúl camina rápidamente, busca un buen sitio para ver pasar la cabalgata, intentando adelantar carrozas para verlas todas, la acera estaba atestada y cansado de andar se decidió por verla subido a los escalones de un portal, gracias a su considerable altura no tendría problemas para mirar por encima de la gente.
Al mismo tiempo, Rosa, por la acera de enfrente, caminaba despacio en sentido contrario al desfile. Cabizbaja, solo miraba de vez en cuando al cruzarse con alguna carroza, hasta que imposibilitada por el gentío para seguir avanzando, se quedójunto a un árbol para esperar el final de la cabalgata. Miró al frente, y por encima de muchas cabezas vio una cara familiar, enseguida reconoció a Raúl. Durante el tiempo que transcurrió entre el paso de una carroza y la siguiente no pudo apartar la vista de él.
Raúl observaba con atención todos los detalles del desfile, los disfraces, las generosas muchachas y las abigarradas carrozas. Pero tras el paso de una de ellas unos ojos, que le miraban fijamente, captaron su atención y le trajeron a la mente dulces recuerdos.
Rosa y él caminan abrazados, está a punto de amanecer y nadie se cruza en su camino, avanzan despacio, besándose cada pocos pasos.
Pasa otra carroza y Rosa parpadea y recuerda.
Raúl le grita, tiene la cara roja de ira y aprieta los puños mientras va y viene por el salón. Rosa llora acurrucada en un sillón hasta que consigue alzar la voz por encima de la de Raúl para decirle que se vaya.

Raúl ya no está interesado en la cabalgata, pasa otra carroza y piensa.
Vuelve a casa tarde y Rosa esta molesta, se lo nota nada más verla pero no le dice nada, come algo en la cocina y se acuesta. Piensa, que como otras veces, al día siguiente se le habrá pasado.
Rosa sigue recordando escenas del pasado.
Raúl intenta abrazarla en el ascensor, Rosa le rechaza argumentando que alguien puede entrar. Ya en casa, lo intenta de nuevo y Rosa le dice que espere un poco, ahora no es el momento porque tiene que hacer unas llamadas. Cuando vuelve a sentarse a su lado, Raúl está viendo la televisión y no piensa acostarse hasta que acabe de ver lo que está viendo. Le dice que tan solo quería abrazarla, como antes.
Pasa otra carroza y Raúl baja la cabeza pensativo.
Se cruza con ella en el supermercado y llama su atención, empuja su carro y se desvía de su recorrido habitual para poder encontrarla dos calles más adelante, en la de las galletas. Poco después en la de las bebidas y en la de las conservas. Cuando se la vuelve a cruzar en la calle de las compresas, Rosa ya no puede aguantar más y se hecha a reír a carcajada limpia. Raúl nunca podrá olvidar esa risa, la risa del día que se conocieron.
Rosa aprovecha el paso de la última carroza para recordar aún un poco más.
En la caja del supermercado quedan en verse al día siguiente, la cajera, con una sonrisa cómplice, les presta su bolígrafo para apuntar los teléfonos. Mientras, le pasa por el escáner las compresas y Rosa decide que justo cuando deje de necesitarlas se lo comerá a besos.
Pasada la última carroza, ninguno de los dos está en su sitio, Raúl camina perdido entre la gente que sigue el desfile. Rosa emprende su camino con paso ligero aprovechando que la acera se ha despejado.
Caminan los dos en la misma dirección pero en diferentes sentidos, alejándose el uno del otro.

3 comentarios:

la-de-marbella dijo...

Me gusta tu relato. El paso de las carrozas pone en marcha toda una serie de recuerdos que alguna vez todos hemos sentido al ser meros espectadores de un acto. Es como si la cabeza ocupada en ver lo que mira, dejase lugar al corazón para que con vislumbrar unos ojos desencadene toda una serie de emociones ocultas. No se puede saber por el relato si la relación llegó a un punto de no retorno ó simplemente acabó en un arrebato de: No te aguanto más. En el primer caso, sobran las palabras. En el segundo hay posibilidades, la gente no cambiamos pero si que nos aclimatamos cuando de verdad queremos el ambiente que nos rodea.Siempre es posible el dialogo y el entendimiento. Sea como fuere me ha gustado y me enrollao tela, sorry. Besos

Antonio Latorre Jimenez dijo...

Bien bien,chica de Marbella, a ver si se sigue el ejemplo y se enrollan todos.
El día que el comentario sea mas largo que el post me retiro, dejo mi piso y me voy a vivir al campo, sin vecinos.

vilipendia dijo...

Jajajajajajaja, pero qué gracioso es usted, coñe. Me refiero al comentario al comentario de la chica marbellí, que no al post. La regla no es, y yo estoy sensible pero no más que de costumbre estos últimos meses, así que no acabo de encontrarle explicación al hecho de haber derramado un par de lagrimillas al finalizar la lectura. Será que es precioso, será que está muy bien explicado. Ains. Qué triste. Qué tristeza decidir que ya no vale la pena.
(Y, por otra parte, qué alegría tenerle de vuelta, casi un mes después de la última vez. Hasta pronto, espero).